jueves, 1 de marzo de 2012

Shangri-la

El Priorat es una comarca cerrada por montañas en prácticamente los cuatro costados. En su interior también es muy abrupto, y está culminado por la imponente sierra del Montsant. Se diría que es una de las comarcas catalanas más claramente identificables y que su definición deja lugar a pocos equívocos, las tierras que son drenadas por los ríos Siurana y Montsant. También se diría que es la comarca que con su carácter ha aportado más al imaginario colectivo tradicional de Cataluña. Aunque, para que no se enfaden los de otras comarcas afectadas por el patriotismo local, matizaré que es la comarca que más ha aportado al conjunto por unidad de habitante, puesto que se trata de una comarca donde habita normalmente muy poca gente.

Se trata de un país escondido detrás de altas montañas, donde impera la esencia de las cosas y de las personas, y con un trasfondo místico proporcionado por la cartuja de Escaladei y por la sierra del Montsant. Sin duda, es el Shangri-la catalán.

La comarca siempre ha sido muy apreciada por su producción de vino, también de aceite, pero sobretodo de vino. Parece ser que el tipo de tierra, en conjunción con muchas horas de sol, lluvia moderada y ambiente fresco producen una uva con alta concentración de azúcar, la cual cosa se traduce en vinos poderosos. Si bien tradicionalmente el ser poderoso se confundía con ser un vino fuerte, sólo apto para personas curtidas, hoy día se ha ido canalizando ese poderío hacia otras dimensiones más pasables. Al menos eso es lo que dicen los expertos vinícolas, puesto que yo soy poco dado a apreciar diferencias en los vinos medianamente buenos (que son los jóvenes o cosecheros), y si a veces soy muy crítico en ciertos aspectos, en el vino soy muy fácil de convencer.

En los últimos 20 o 30 años se ha venido dando un cambio fundamental en la comarca. Algunos soñadores y aventureros vieron la potencialidad que ofrecía esta zona para sacar un tipo de vino muy especial y de gran calidad. Se ha producido una gran revalorización del suelo en la zona que entra dentro de la denominación de origen, definida por el tipo de suelo. Hay que decir que muchas poblaciones de la comarca caen fuera de esa denominación de origen, y se agrupan en otro nombre. Poco a poco, la zona ha cobrado un toque chic, y en paralelo, han ido apareciendo hotelitos rurales, agrotiendas con ornamentación lujosa, restaurantes de grandes platos fantasía, etc. El ambiente urbano va imponiendo su huella, pero si se toma la precaución de viajar fuera del fin de semana, se nota muy poco.

Todo esto también tiene su traducción en el paisaje agrícola. A diferencia de lo que ocurre en otras comarcas, el Priorat puede alardear de seguir sacando provecho de sus laderas montañosas en prácticamente toda su vertical. Todavía quedan parcelas sin aprovechar (todavía se reconocen los antiguos bancales), pero cada vez son menos. Ya no se usan mulas para labrar, y los nuevos tiempos han llevado a reorientar el método de explotación de las laderas en gran pendiente, con una tendencia a aumentar el ancho de cada bancal para que pueda pasar un tractor pequeño. Poéticamente no es lo mejor que podía pasar, pero en general el tono no es impactante ni desagradable. Ahora bien, a veces el afán de lucro o el miedo a arruinarse (que son las dos caras de la misma moneda) ha llevado a hacer verdaderas animaladas, y los viñedos parecen más bien minas a cielo abierto. Y es que, con una simple ojeada, es bastante fácil deducir si el viñedo de montaña corresponde a una explotación de tipo familiar, o si responde a una organización más compleja con inversores forasteros.

Por lo que he podido deducir, si se dispone de un buen viñedo es relativamente fácil conseguir los permisos urbanísticos para construir edificaciones para procesar y almacenar el vino. Aquí también impera el imaginario urbanita, impuesto por arquitectos iluminados (y no precisamente por el Montsant). Hay mucha variedad, edificaciones que parecen chalets de fin de semana, otros son bloques de hormigón minimalista, en otros se observa un aire faraónico, y hasta los hay de tipo alpino integrado en los que sólo falta la cabrita en el tejado. La arquitectura de diseño cree poder competir con las laderas agrícolas en la formación del paisaje.

Las carreteras son también un elemento distintivo del Priorat. No son muy anchas, hay infinidad de curvas y largos rodeos. Todavía quedan muchas así. Pero va cambiando, desde los últimos 20 años hemos asistido a la moda de la rectificación, total, para agarrar unos pocos minutos a un tiempo de recorrido que a la hora de la verdad continua siendo largo. Cada vez que se rectifica una curva de una carretera, la curva vieja queda en desuso, y pienso que se pierde una parte importante del patrimonio territorial. Eso me irrita, pero lo peor, lo que me afecta de verdad, es que con la rectificación las pendientes que de por sí ya son fuertes en la comarca, localmente se incrementan todavía más.

Finalmente, los pueblos son la otra esencia del Priorat. Falset es la capital, pero no es más que un pueblo grande. El resto son pueblos medianos o pequeños pero dotados de una concentración básica de actividad y normalmente con cooperativa agrícola. Son pueblos acogedores, en muchas ocasiones con fuente de verdad, aunque para moverse en bici no son de lo más indicado. Lo mejor es aparcarla y recorrer el pueblo a pie. Y si hay que hablar con alguien, es necesario adoptar una postura adecuada para no perder la estabilidad: el cuerpo de lado, mirando más bien hacía arriba, y un pie más alto que el otro, doblando la pierna delantera y estirando al máximo la trasera. No cuesta mucho, sólo hay que mirar de imitar a los vecinos.



Cerca de Poboleda


Cerca de Bellmunt
  
Cerca de Gratallops

Gratallops

Cerca de Torroja

Cerca de la Vilella Alta

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